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Mostrando entradas de enero, 2011

no name, no logo.

_ Di lo que sueñes aunque no sea verdad. Di lo que quieras ser y lo que quieras hacer para que exista porque lo que no tiene nombre no existe y todo lo que no se pronuncia no queda y no lo puedes atrapar. La vida que vives, otros la inventan para ti. _ Hace años que dejaron de gustarme las mujeres que huelen a perfume,. Hace años que dejé de alinearme. Hace años que no rezo ningún credo. Y hace años que sé que hasta que no me muera no encontraré la paz. Yo ya no quiero ser nunca más un soldado. Él se miró en el espejo y no se reconoció. Hacía años que no se reconocía. Ella se tumbó en la cama antes que él, le hizo la señal de la cruz en la frente y le dio un beso.   Se quedaron dormidos pero ya no pudo haber silencio, no hubo nunca más, silencio. Madrid, 29 de enero de 2011 Antonio Misas

Todo lo que pienso es cine,

y mientras recorro los pasillos del suburbano metido en el abrigo, con el portátil colgado al hombro, pensando que pensamos en como adornar los momentos menos gratificantes de nuestra vida y observando a la gente dispar que va leyendo, me voy mezclado con estos disparates que surgen de las ideas por interminables escaleras mecánicas que me trasportan al exterior. Cualquier novela es un guión de cine no adaptado y como dice Memba cuando habla de Lovecraft; “En mayor o menor medida, la creación literaria siempre obedece a las obsesiones de su autor”, así mismo nuestra vida llena de adornos trascurre en un metraje, basado en un guión que nos vamos inventado para no hacernos la pregunta de cómo hemos de vivir, y seguir viviendo como nos viene. Incapaces también, en menor o mayor medida, de rozar la creación literaria, al menos, la apreciada por los intelectuales al uso en esta cosa de los blogs donde nos refugiamos después de haberlo dado casi todo por perdido. Salgo por la bo

La despedida de Mikel

Entramos en el Pigmalión. El negociador era Vincent y después de muchos intentos no fue posible; aquellas señoras, cada una de ellas, nos cobraban cien mil pesetas por una noche desenfrenada para Mikel. Apuramos las copas y salimos a la calle. La novia de Mikel estaba ya de ocho meses y la boda era inminente, decidimos pasar a recogerle por Bilbao y bajarnos a Madrid, perdernos por Madrid. A la salida de Pigmalión nos abordó un tipo con papeles en la mano. Vincent acordó con él que nos invitaban a unas copas. Aquel tipo debió de pensar que éramos un equipo de futbol. Mikel iba en el coche que conducia Vincent, con los otros, y con aquel tipo. Los demás íbamos en el otro apretados y entre el humo de los porros. Llegamos a una calle cualquiera del Viso y aparcamos en la puerta de un chalet, nos bajamos descojonándonos de risa y entramos en fila india. Dentro, nos metieron en un salón y empezaron a desfilar las chicas en ropa interior. La madame iba diciendo sus nombres. Entonc

la luz artificial

El día treinta y uno de diciembre un emigrante sudamericano entró en el vagón, sacó la guitarra de la funda y después de un discurso tímido se puso a cantar una canción Mexicana que hablaba de Jalisco. La señora de tez morena, estaba sentada, parecía cansada y cerró los ojos. El hombre, cuando acabó de cantar, sacó su monedero y se lo acercó a los viajeros.   La señora abrió los ojos y miró a los fluorescentes del techo. El hombre enfundó la guitarra y se fue a otro vagón.   Ella nunca le miró.   Madrid, 1 de enero de 2011 Antonio Misas