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Mostrando entradas de febrero, 2011

463 metros por segundo

Me provoca placer el ruido de los patios interiores en las noches del verano de Madrid. La actividad de la gente en las cocinas moviendo platos y conversaciones, mezclándose con el último telediario de la televisión. La voz de una mujer y un hombre manteniendo una conversación va cruzándose con otras ideas mientras irremediablemente me voy durmiendo. Me recuerdan a los pocos momentos lúcidos que tuvieron mis padres cuando era tan pequeño que aun intentaba entender la vida de aquellas personas tan cercanas. Me tumbo en el sofá de la casa de mi madre mientras ella en la cocina cacharrea y prepara la comida. Los perros están conmigo. Entra el sol. Los canarios cantan y se mezclan con la voz de mi madre que me cuenta historias que yo no intento descifrar. Ella sabe que me habla y apenas la puedo oír. El duermevela te lleva siempre a cualquier momento. La campana extractora suena lejos. Mi madre habla a la velocidad que gira la tierra sobre su eje y sus palabras hacen eco dentro del

sol de brujas

_Llueve en el hueco de la escalera del mundo, huele a humedad en el ecuador del invierno y al miedo perpetuo de los pobres. Richard dijo que aquellos tipos no tenían la mirada del tigre. Este es un país de pan congelado, de jaulas y grilleras. Tanta comodidad nos ha convertido en ciudadanos confortables, hasta los pobres tienen su espacio de confort. El paro es una fosa común. El país va a la deriva. Todo está tan quieto que parece que nunca pasa nada. El bien es un nicho de individuos mentirosos. Y las fuerzas se desgastan como ruedas. Miro a los ojos verdes de mi abuela Claudia que está sentada en el poyete de la entrada, que no me escucha, y mirando al cielo, a las nubes blancas y al sol del mediodía, me responde; Hoy hace sol de brujas... ¿Sabes a qué hora dijo tu abuelo que vendría? _Abuela, hace casi diez años que murió el abuelo. Madrid 17 de febrero de 2011 Antonio Misas