Miro hacía esta pequeña y ordenada revolución con auténtica simpatía. Lo que más pena me da es que en estos últimos años, no puedo concretar desde cuando, venimos viviendo “eso” que coge todo lo que ocurre y lo NORMALIZA; es normal, es normalmente democrático que los políticos prevariquen, roben, mientan, no cumplan sus programas, e incluso nos quieran hacer ver que lo que está pasando no es lo que está pasando. Que el sistema judicial se contradiga constantemente y se haya convertido, sea, una guerra partidista. Que los medios de comunicación se premien por las audiencias y favorezcan o derroquen presidentes. Que los consejos de administración de las grandes empresas se demonicen con el valor de las acciones y condenen a los infiernos a plantillas enteras. Que estas mismas empresas persigan la EXCELENCIA y entre sus valores hablen de HONESTIDAD. Que los grandes Bancos campen a sus anchas y que los visionarios financieros estafen a los ahorradores y tantas cosas más que nos indignan.
La realidad es lo que se puede describir con el lenguaje, es un lenguaje descriptivo, no la realidad en sí. Por eso “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” Ludwig Wittgenstein