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Mostrando entradas de 2012

Adiós en el puente

Para AOZ Llegué al puente de Segovia. Me apoyé en la farola. Creí verte al otro lado. Crucé deprisa entre los coches y no eras tú.  No supe que hacer. Te necesitaba tanto. Ya era de noche y habían empezado las nieblas  de octubre. El río me parecía un lugar desolador. Ya eran las diez y no sabía dónde buscarte. Mire hacía la Catedral, al Palacio de Oriente. Me apresuré a llamarte. Me dijiste que no podías venir y me senté en el puente a esperarte. Miré a todas las chicas de melena larga. Toqué la piedra, sentí el frío y no quise irme de aquel lugar que tanto, en ese instante, me acercaba a ti. No sé cuánto tiempo permanecí allí pensando, repasando cada día que pasamos juntos, preguntándome cuando me enamoré de ti… y estimando cuánto, me di cuenta de que esta vez, ya no podría retenerte.  Madrid, 24 de octubre de 2012 Antonio Misas

Razón de amor

Para Marta Cubero  Aquella mujer no dejaba de poner caras bonitas.  Todo a su lado era un disparate, menos serio, menos doloroso.  Él pensaba que estar con ella era rozar el cielo. Se había vuelto a sentir como cuando de niño bajaba por el balaustre de las escaleras del colegio y caía de pie a su lado desequilibrándose hasta rozar su piel. No se habían vuelto a ver desde hacía más de veinte años y enseguida le envió un mensaje pidiéndola una segunda cita.  Él ya no era aquel muchacho tímido de pelo frondoso. Ahora era un tipo calvo al que las camisas le quedaban dos tallas grandes  a causa de la separación. Los dos venían de relaciones rotas. Aquella niña rubia de las coletas que aparecía a su lado en las fotografías,  se había convertido en una mujer a la que los hombres solían enviar poemas de Pedro Salinas.  La mujer de ahora llenaba el mundo de todos esos tipos con su alegría. Atraía a tipos ávidos por reemplazar a la mujer perdida. Tipos que se sentían desgraci

Cruzando el rio amarillo

Para Gigante, "Alguien" y su ejército de salvación, gracias. Aquel día permanecí ahogándome en mis vómitos más tiempo del que hubiera imaginado nunca que un hombre podría pasar en el infierno. Era como tener encima todos los escombros del terremoto  de San Francisco de mil novecientos seis.  Todo comenzó cuando agarré la china y le di fuego sobre el tabaco de la palma de mi mano, aquello olía a mis catorce años. Hice un porro feo pero bien cargado, incluso pellizque la postura verde y lo mezclé con el tabaco para asegurar un buen colocón.  Después del segundo porro empecé a sudar en Groenlandia, los demás se habían transportado a otra dimensión desde la cual ya no me podían ver. Me levanté tambaleándome y me fui al baño, metí la cabeza en el océano de aquel retrete y eché todas las putas almendras, cacahuetes y jodidos pistachos que tenía en el universo de mi estómago flotando con el Pampero. La vuelta atrás había comenzado, nada ya podría evitar la travesía amarilla

Pescadería & Pollería

Pasa andando por allí. El sitio tiene dos grandes escaparates y está tres escalones por debajo de la acera. A la izquierda está el pescado, a la derecha el mostrador de la pollería. Enfrente hay un banco. Se detiene y se sienta a fumar. Desde el banco ve la acción. Ve al pollero mover los labios cuando habla con las clientas mientras despacha. Gestos, expresiones, palabras mudas. Afuera se oye el tráfico, la gente que pasa… pero se aísla y centra su atención en el interior. Se fija en el intercambio, la transacción comercial, la relación humana, el trabajo honrado, en la vida de la gente a través de un escaparate. Tira el cigarrillo al suelo, lo pisa con la punta del zapato, se levanta, cruza la calle y entra en el bar. Hay un televisor sin volumen que emite imágenes de noticias, los policías antidisturbios pegan con saña a la gente.  Lo sabe bien porque él es el tipo uniformado que aparece cuando abren el plano.  Madrid, 12 de octubre de 2012 Antonio Misas

Esperando nada

para Ángel Carlos Hernández Salas Abrió el balcón y miró al edificio de enfrente. Pensó que la suerte se andaba tambaleando y que en los últimos días casi le había rozado. Sacó un cigarrillo del paquete de tabaco, se cambió la taza de mano y buscó el mechero en el bolsillo de la chaqueta.  Comprendió que buscar estabilidad tal y como estaba el mundo no era del todo un disparate. El poder que tienen los sueños, templa la desdicha de la gente y crea ilusión. Tal vez este año conseguiría alcanzar alguna pequeña meta… encendió el cigarrillo y dio un trago a la taza de café… después de todo, contemplar esa duda, formaba parte de la vida de cualquier persona. Pensaba que el futuro se iba quedando corto y sabía que ya nada le conduciría lejos. La mañana era fría, dio un sorbo, apuró el cigarrillo y encendió otro.  Era tiempo de estar por encima de ese pensamiento, de lo contrario, ya no habría ventanas que abrir para entender más razones. Regresó a la cocina y volvió a llenar la ta

“Tal vez, algún día, aún a esto lo avivará el recuerdo”

La mujer desnuda se miró al espejo y consideró que la belleza era un estado transitorio y breve. Se sintió contrariada por su edad. El hombre estaba sumergido en la bañera y pensó en el tiempo que había pasado con ella.  Estuvo de acuerdo en que se fue deprisa. Se preguntaba por qué seguían juntos después de tanto tiempo y si permanecía a su lado por cariño o compasión. La mujer le decía que le aterrorizaba verse en los escaparates de las tiendas de ropa. Su rostro reflejado en el cristal junto a los maniquíes ya no era el de ella. Siempre había imaginado una  belleza, que con la edad, cambiaba de forma, una belleza que perduraba a lo largo de los años.  El hombre levanto el tapón y solo se oyó el ruido que hace el agua por el desagüe. Se incorporó y giró el grifo del agua caliente, cambió la manivela, y el agua salió con fuerza por la pera de la ducha. El vapor fue empañando el espejo y la mujer dejó de observarse, salió del baño y antes de empezar a vestirse recogió el

Podría haberte escrito una canción

Ella le busca sentido a todo mientras se abriga con su capa y dice que el otoño nos encierra un poco en nosotros mismos. Me cuenta que en alguna parte leyó que los que nacen en otoño son más longevos y yo pienso que no quiero vivir hasta ser viejo, me parece tan triste como nacer en otoño.  Ella tararea una canción  en Inglés y creo que a veces dice “deseo que puedas creerlo”.  Ella tiene mil proyectos en los que siempre aparecen playas, siempre  tararea canciones y sonríe a la gente que pasa bajo los paraguas. Los aleros no paran de tirar agua y yo meto las manos en los bolsillos de la cazadora y me encojo.  Ella dice que no deberíamos de haber salido con este día de lluvia y yo solo pienso en llegar a casa y comerme un buen plato de lentejas.  Estoy mojado hasta el tuétano pero a su lado podría recorrer la tierra bajo la lluvia y nunca sentir desamparo.  Ella suspira cuando ve que no nos dará tiempo a cruzar por el semáforo de la Glorieta de Bilbao. La gente se amontona y los

Ellos se largaron de aquí…

Hay días que busco sus escritos, sus ejercicios, su mirada puesta en las cosas abriendo una ventana a otra razón. Me gustaba indagar en su manera de explicar el mundo. Escribían bien.  Él suele venir a decir algo, ellas,  ya no.  Ninguno de los tres ha vuelto a escribir, al menos en sus espacios habituales.  Los fines de semana Madrid se hace un lugar más habitable. El tiempo pasa como en los pueblos o en los hospitales, el ritmo de las personas se humaniza aparcando la maquina enfermiza que impone la semana laboral.  Al alba, con el primer café releía sus historias para analizarlas y buscaba por donde podrían hacer agua, sobre todo en las de ellas. Las de él, eran más robustas, con una exhaustiva economía en el lenguaje y con cimientos de diálogo que me maravillaban. Las de ellas eran historias más noveladas, con más forma y oficio, relatos, cuentos estructurados. Eso me permitía buscar correcciones envenenadas y cuando bajaban la guardia, hacía de tipo duro con mis comentario

Ciudad frecuente

¿En qué momento los escenarios de la vida empiezan a repetirse, amontonándose en la memoria, siendo la misma cosa pero con diferentes actores? Es lo que pensó cuando en reiteradas ocasiones le venía la idea de abandonar Madrid de una vez para siempre. Solo le retenía… el amor, sí, en el amor a las personas que quería se hallaban las raíces que le amarraban a los escenarios de la gran ciudad. En muchas ocasiones lo habló con ella mirando a los árboles centenarios, sintiendo la brisa, bebiendo cerveza y viendo a los niños jugar, oyendo sus risas. Sentía que esa calma aplacaba el ansia de abandonar, pensaba que podía aliviarle y en esos momentos, estaba seguro que solo saldría de Madrid en el último tren, en ese viaje para el que ya nadie requiere equipaje.    Es primero de septiembre y están sentados en una mesa del mercado de la paz, ella se pone un poco niña cuando le dice; es difícil  vivir   contigo.  Madrid, 1 de septiembre de 2012 Antonio Mi

En alguna parte de alguien que se acerca a ti está el mar

Para mi amigo Felipe Castro El viento levantaba su falda. Desde abajo de la escalinata la miraba agradecido y pensaba que ellas eran una magnífica razón para llevar mejor la vida. Castro miraba a Violeta y a la pequeña Laura y sabía que no había mejores razones por las que pasar por este mundo.     Tal vez recordaba otros tiempos en los que se sintió rechazado, despreciado y hasta fracasado en su primera juventud. Luego, aquel jefe; "Perico el Gordo" que le amargaba los días… otros tiempos, otros tiempos en los que Carolina le dijo: ¡Ya no te quiero!  Y para él, ahí mismo, ahí mismo empezó esto de ahora… En la escalinata de la Iglesia de San Roque el viento levantaba su falda y a Castro, Violeta, le parecía  brisa fresca,   el Mar .  Madrid, 31 de agosto de 2012 Antonio Misas

“Con Franco se vivía mejor”

Un día de pronto la abuela dejó de comunicarse con mi madre para siempre. Mi madre me contó que fue desde que la exhumaron para reunir sus huesos con los del abuelo.  Este asunto nos cogió a todos por sorpresa, al igual que el hecho de que mi madre encontrara muy pronto alguien que pudiera sustituirla, por lo menos, hasta recuperar la conversación perdida.  El más sorprendido fue el marido de mi hermana, pues fue su madre la que desde el más allá había contactado con la nuestra.   Mi madre siempre había convivido con el miedo, pero hablar con los muertos no le suponía ningún recelo, le resultaba de lo más natural.   Después de los años he dejado de buscar explicación a estos asuntos, ni siquiera pienso ya que se le haya ido un poco la cabeza. Me acuesto pensando en ella y la busco en aquellos maravillosos años ochenta de nuestra adolescencia para oírla decir una vez más aquello de que… “con Franco se vivía mejor”. Madrid, 21 de agosto de 2012 Antonio Misas

El presidente erudito y el electricista que no quiso ser Errol Flynn

El presidente del gobierno salía en el televisor devolviendo el Códice Calixtino a la Catedral de Santiago. En la barra del bar, un tipo decía que un presidente así, se dispersaba. El arzobispo le parecía un perfecto idiota pueblerino y si no fuera por el oficio del electricista, aquel, podría haber sido alguien como el legendario bandido de la edad media, que, aunque pudo, este forajido, no quiso ser Robin Hood. El camarero gordo, de piel pálida, se le pareció a aquel que escribía artículos en Libertad Digital, y que alumbraba a la gente de derechas en "la linterna", cuando le sirvió otra jarra de cerveza y puntualizó: La erudición es otra cosa, el presidente solo es polivalente. El televisor siguió dando las noticias, ahora hablaban de los recortes, el BCE y mediados del dosmiltrece.   Todos miramos a aquel tipo, pero el tipo se puso la jarra de cerveza helada en los labios y todo fue silencio en la barra de aquel bar. Tras el escaparate se podía ver co

En los ojos de ella ya no quieres ser tú…

En aquellos días descubrió otra parte de su ser en la que no se reconocía. Un lugar desconocido en el abismo humano. Ideas oscuras en el espejo y un rostro que ya no le correspondía, no, hasta que asimilara aquella nueva forma monstruosa que le hacía sudar en las primeras noches del verano. Habían pasado quince días desde lo de la borrachera con sus amigos. Él ya no podría olvidar nunca la imagen de sí mismo que ella le ofreció con tanta rabia. Él se ponía una y otra vez en los ojos de ella para proyectar su propia imagen y sentía vergüenza y odio. Se despreció como nunca antes hubiera podido imaginar. Al salir con las maletas por la puerta, miró la casa por última vez, dejó las llaves en el taquillón y se detuvo en aquel recorte de revista. No hacía mucho tiempo que lo había cortado y pegado con papel de celo en la madera de la puerta, a la altura de los ojos, junto a la mirilla, con la intención de verlo cada vez que saliera al mundo:  “El optimismo cura”. Madrid,

Verdades y Mentiras

Heinrich observó a la chica, se alejaba. Ella le había llamado puto alemán. Se alejaba con el andar que tienen las altas y delgadas con tacones y pantalones acampanados, agarraba el bolso con la mano y se daba aire. Pasaba por el adoquinado de la gasolinera de María de Molina y ya no miraba atrás.   Heinrich ya no escuchaba a nadie, miraba su melena negra. Pronto regresaría solo a Berlín.  ¿En qué momento pudo haberla ofendido?...     Vio como la chica levantaba el brazo y paraba un taxi, pensó en sus manos finas, en sus dedos largos, en sus ojos oscuros, en su piel morena. Aquel día de primavera Madrid era hermoso. Después de un largo mes, Heinrich había clausurado el curso en la escuela de economía con un discurso alentador para España. Se hicieron fotos a la salida. Todos se sentían optimistas, reían e intercambiaban opiniones. Eran nuevos emprendedores y jóvenes empresarios.  A ella le reconoció en privado que en su discurso se había limitado a “decir lo que se de

No puedo volver y entenderte

Pero yo necesito que lo entiendas. Era difícil seguir aquella conversación con tanto ruido, el fútbol en la tele y la gente gritando, saltando, y agitando las bufandas en aquel bar de las afueras. Solo quiero que vuelvas a casa conmigo, nada más. La camarera llevaba aquella conversación mientras tiraba cañas y el chico iba diciendo lo que podía cada vez que ella se acercaba al grifo. A veces se incorporaba poniendo el codo encima de la barra y conseguía acercarse a la chica, entonces ella sonreía al ver en su cara el gesto del esfuerzo y eso a él le animaba a insistir. Pero yo no puedo entenderte. No te das cuenta de que si no nos entendemos todo se irá otra vez a la mierda.  Necesito entender por qué razón no quieres que aborte. No puedes entender que es una cuestión económica. No te das cuenta que con este trabajo no podremos vivir los tres. No, no es una cuestión económica… la espuma blanca se derramó por el borde de los vasos y ella se alejó hacía el otro extremo de la barr

días de prosperidad y huelga

La señora le decía al tipo que estaba sentado que había ochocientos mil liberados en este jodido país. El hombre de la fila podría haber sido yo si no fuera porque yo estaba sentando observándole pensando que podría ser yo. La conversación de la señora me atraía casi tanto como observar al hombre de la fila. La señora hablaba con un parado de larga duración, observar al hombre de la fila era como levitar.    La conversación había sido intensa y ocurría por la mañana en una cafetería del Paralelo, de fondo, el telediario de la uno anunciaba la huelga general. Lo del hombre de la fila pasaba por la tarde en la puerta de embarque de la te uno del aeropuerto de El Prat. La señora dijo: la prosperidad de un país está en poderte comer un jodido bocadillo de mortadela barata, el tipo que estaba sentado la miraba y también miraba el televisor. La puerta del avión se cerró y ya no volví a ver más a aquel hombre de la fila que bien podría haber sido yo.  Madrid, 31 de marzo de 20

El largo letargo

El invierno se ha quedado en las calles de igual manera que en el discurso de la gente. ¿Papá qué es letargo? Es lo que le pasa a ese hombre que pide. Pero ya ha empezado la primavera y tú dices que los que quieren ser osos dormirán hasta el verano.  Las estaciones están en la memoria, uno puede vivir siempre en invierno. Yo lo que quiero es que tú siempre vivas en primavera. ¿Cómo voy a vivir siempre en primavera? Queriendo. Teniendo siempre sensaciones buenas, no escuchando a quién se resigna y nos genera desasosiego. ¿Qué es desasosiego? Lo que le provoca a la gente querer ser oso y vivir en el letargo. Entonces, ¿Es lo que le pasa a ese hombre que pide?  Si.  Entonces papá… la calle Fuencarral es el largo letargo.  Madrid, 22 de marzo de 2012 Antonio Misas

Adiós muchachos

El martes trece reventaron los zapatos negros. El corazón todavía aguanta. En lo peatonal de la Plaza de Alonso Martínez los hombres descargan un camión de barriles de cerveza para la cervecería Santa Bárbara. Ruido de barriles. El sol atraviesa ya las paredes de cristal en el kiosco de libros. Mientras abre Casa Grana para hacer la visita decido repasar la vida al sol, desde el día siete hasta que me llamó Joris y me concedió una libertad que visualicé durante seis días. Lo que pasó antes del día siete no lo quiero en mi vida, aunque me pasó a mí, no lo quiero. El seis fue lo que no quiero.  Joris me llamó y me dijo que el puesto era mío. Hasta ese día yo sabía que este trabajo me estaba enterrando y que cada día que pasaba era un día mecánico en mi vida; No pensar, no pensar: subsistir: verme de tierra hasta en la boca. Los nervios rotos. Zapatos viejos, muchachos tristes. Hoy es veintiséis de marzo y os escribo desde un avión que me lleva a Barcelona. Perdonadme tan hermé

La canción más hermosa del mundo

Las calles soleadas, los jardines floridos y desde el amanecer miles de gorriones piando alborotados. El bullicio de un domingo de marzo en las terrazas de la plaza donde algún famoso pasará la mañana. La panadería abarrotada y en la cola del quiosco de prensa, escondidos tras las gafas de sol, vamos adivinando quienes somos por el periódico que compramos y de qué lado queremos ver las noticias. Páginas que hablan de muerte en la primavera árabe y del laberinto de Europa, del despido libre y la huelga general del once eme. ¿Si no se suspende el futbol por qué no ha de hacerse una huelga general?  La mediocridad de nuestros políticos adquirida en colegios de pago, su mirada sedentaria, su opus de primavera, versus educación rudimentaria de nuestros acomodados sindicalistas. Alguien que lee en alto el libro que ha comprado en la tienda de libros de segunda mano: “ La octava señal del hijoputa es el pijo fláccido y doméstico, en casa de la Parrocha las pupilas se reían del pirulí de F

Drácula

Para Antonio Sierra y todos los demás. Cuando se caga en dios a voces en la oficina, drácula se siente más hombre, advierte con orgullo que trabajó durante un tiempo entre vascos.  A él le parece que todos comemos de su mano y piensa de sí mismo, que es la encarnación de la excelencia.  En entornos comprometidos, prefiere denotar inteligencia, entonces tira de ironía para describir a los compañeros, y eso le hace autoafirmarse.  El tipo conserva aires del director que fue en otro tiempo, y el traje del que intenta sobrevivir, todavía no le viene. En la reunión del viernes nadie le guardo un sitio. Dracu levantó la voz. Sus ojos inyectados en sangre exigían ese derecho. Su tono se quebró cuando algunos le miraron como a un lobo solitario, otros ni se dieron cuenta.   Madrid 26 de febrero de 2012 Antonio Misas

nunca seré libre

Le dije que no. Me miró con desprecio y por segunda vez me pidió un cigarrillo. Abrí el paquete de Pall Mall que acababa de comprar en el estanco de la estación y se lo di. El hombre salió a fumar al sol. La luz cegó a aquel viejo y una arcada hizo que se retorciera dentro del abrigo. Observé a aquel tipo durante un buen rato y me pareció un hombre libre. Subí al tren para que me llevara lejos de la libertad y del futuro, pensando, que por mucho que me obliguen, nunca seré libre.  Madrid, 15 de febrero de 2012 Antonio Misas 

Las facturas que nunca llegan

Bajo en el idiez por Goya de un tirón. Desde la real casa de la moneda todo está verde. Me dirijo a Moncloa, a Visor Libros, a ver a Jesús García Sánchez, que se encuentra entre mis clientes y llevo hablando con él por teléfono casi un mes. Aparco mal en la esquina de Donoso Cortés y entro. Jesús está al fondo, entre libros, con sus gafas y me pone una sonrisa, sabe que iba a venir. Nos olvidamos de las facturas que no llegan. Hablamos mucho de Constantino Bértolo, que suele acercarse a verle y de los otros de la Escuela, pero él recala siempre en Constantino. Ni siquiera soy consciente de que estoy hablando con un tipo que es toda una leyenda en el mundo literario y del que dicen cosas como:  “Jesús García Sánchez , ‘Chus Visor’, fundó en Madrid en 1968 la editorial y la librería ‘Visor Libros’ que, en sus más de 40 años de historia, se ha convertido en una referencia primera y fundamental gracias a su tesón y particular intuición”. Sólo la colección principal de la editorial,

La canción preferida de mamá

para Asun y Álvaro Álvaro va diciendo a papá que una vez contó doscientos once camiones. En un cedé que ha puesto papá suena   “desordenada habitación” . Papá dice que ese cedé era de mamá. Álvaro dice que contó los doscientos once camiones de noche. Dice que le gusta la canción. Llegamos a  Avenida de América y papá le da una moneda al hombre feo que vende pañuelos. Papá le dice a Álvaro que esta canción era la preferida de mamá. Álvaro dice que pudo contar tantos camiones porque en un aparcamiento había treinta nueve. Dice otra vez que le gusta la canción que era preferida de mamá y pregunta quién la canta. Papá dice que Antonio Vega y Enrique Urquijo. Papá dice que se los llevó la puta droga. Álvaro dice que qué droga y papá dice que la heroína. ¿Qué es la heroína? Dice Álvaro, y papa dice que es una droga que hace a la gente sentirse bien hasta que te mata, te engancha y te mata. Álvaro dice que papá siempre le da dinero al hombre feo de los pañuelos y papá dice que porque ha

desapego

Por el barrio Salamanca Madrid es una mujer bonita. Un poster siempre supera la realidad. Viajo por el sol de enero entre edificios de siempre y desde el idiez veo a  Guelbenzu . Un impulso de alegría me pone frente a él y le hablo de cuando hace veinte años en la escuela..., de lo que le gustan a Sun sus últimas novelas, de la última vez que nos vimos en Parayas. El me cuenta su retiro, me dice que agradece que le diga que nos gustan las historias de la Jueza de Marco... porque uno nunca sabe lo que le gusta de verdad a la gente.  Nos despedimos con un apretón de manos y me voy andando por la acera que da el sol. Giro en la sombra por la esquina de Claudio Coello con Ayala. Entro en la platería y me reúno con el tipo Argentino que me habla con exigencias de cliente, incluso me amenaza con irse a la competencia. Le digo eso de que al día siguiente de que se vaya para mí ya es un cliente potencial. El tipo me mira con curiosidad, buscando preocupación, temor,  miedo.  No sé lo que p

Elevación

Al padre de Alberto, a Miguel Carbajo, In memoria Dice Juan Echanove que: “ Lo que más me gustaba de Miguel Carbajo   era su bonhomia Sin lugar a dudas.”  Y yo eso ya lo sabía cuando Alberto me hablaba de él...  pero esta mañana al descubrir la  noticia sentí que nos quedaron pendientes muchas cosas, comprendí que esas cosas que nosotros no sabemos apreciar se desmoronaron ya con su muerte... y solo queda en la memoria imaginar y observar al trasluz las partículas flotantes de una conversación que nunca tuvimos, y que ya no tendrá lugar, la oportunidad  sin esperanza, no es oportunidad. En cada sobremesa, Alberto me hablaba de Miguel y de Mar. Adoraba a su Padre y a su mujer, había superado,  después de los años, una distancia difícil. En los últimos tiempos, empezó a comprenderlo y el viejo, se convirtió para él en un amigo. El viejo creció en su percepción cuando aprendió a mirarlo como a un individuo y pudo descubrir al ser humano, dejando atrás al padre que hací