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Mostrando entradas de septiembre, 2013

Por la mañana, puedo ver la belleza de las chicas

Pasaba tardes enteras en el sofá viendo la televisión o mirando al techo, a los muebles. Lunático. El amor siempre pasa por la luna y cuando no se puede estar en la luna, se sueña con la luna. Eso pensaba yo. Había otra luna para aquel tipo que fue mi marido y me amó tanto. Se había convertido en un peregrino. Ya no estaba conmigo, y no sé cuando empezó a irse.    Había algo demoledor en cada razonamiento. Casi no se podía percibir, pero estaba ahí, en las conversaciones, en las miradas de sus ojos piadosos, en su educación, en su voz profunda. Hacía que yo me sintiera culpable de sus continuos decaimientos cada vez que abordábamos la situación. La crisis venía de lejos. Ya no recordaba la última vez que dijo algo parecido a que me veía bonita. Hoy todo es temporalidad, oscura temporalidad. Lo es cuando estoy metida en este asunto que arruina mi vida, a la que me había acostumbrado, en la que era más o menos, feliz. Un día cualquiera empezó a cambiar como compañero de viaje y en

Relaciones difíciles

La relación de amor, digamos que era, desnivelada. Aquel tipo no era mi amigo, su amiga, era ella. Cuando aquella relación se estabilizaba, no le necesitaba. Me sobrevino la calma y después, le dejé de hablar. Simplemente, al tipo le necesité y le utilicé de forma intermitente. Luego desaparecí. Él lo comprendió. A todo el mundo le pasa. A veces estamos necesitados de alguien para derribar esa pared que somos en nuestra cabeza. Entiéndanme, a veces se nos imponen muros insalvables. Necesitamos de algún buen samaritano que nos dé otra perspectiva sobre algún asunto que nos atormenta. Nadie te puede negar eso. En esas ocasiones, somos otros dentro de un nosotros que está entre cuatro paredes y nos resulta imposible salir. Solo te puede salvar alguien que lo vea desde afuera. Y así fue. El tipo hizo en alguna ocasión de torniquete para mí, bebimos unas copas, fumamos y charlamos del dolor que me producía haberme enamorado de aquella mujer, pero nada más. Hoy le envié un mensaj

¿Qué le vamos a decir a los niños?

El día estaba nublado. Al final del verano los días son así en esta ciudad. Hace frio por la mañana. Toni estaba aparcado enfrente, dentro del coche. Escuchaba la radio, siempre escuchaba esos programas estúpidos que dan por las mañanas en la radio. Eran casi las diez menos cuarto cuando vimos acercarse al coche buscando sitio para aparcar. Toni arrancaba el coche y se disponía a salir del aparcamiento, lentamente. Como hacía siempre que nos veía desde el otro lado, era su manía, para ganar tiempo. Colisionó contra su aleta. El conductor detuvo el vehículo. Esperábamos a que se abriera el paso de peatones para reunirnos con Toni.  El tipo salió para hablar con Toni.  Toni también salió. Norman se puso nervioso y empezó a ladrar. Saltó por la ventanilla. El corazón me latía fuerte. Nunca ocurría nada en la avenida. Un chatarrero pasaba dando voces. Lola vio mi cara de preocupación. Lo sé porque se reflejaba en la angustia de la suya. Su rostro a las diez menos cuarto fue lo único que

¿Cuánto vale una PEPSI COLA?

Estamos sentados en una mesa de la terraza de un bar de la calle Fuencarral, en un sitio nuevo donde los botellines cuestan ochenta céntimos, parece increíble. Mientras hablamos llega un tipo con pinta de retrasado de esos que reparten estampitas. Pone una a cada lado de la mesa. Las estampitas no son estampitas. Son calendarios con la imagen de la milagrosa, de esos que dejan en los mostradores de los estancos y las carnicerías para los clientes.   Me mira fijamente. Le miro, es feo. Hago como si fuera invisible. No se va. La miro a ella que está esperando ver que reacción voy a tener. Miro al tipo y pienso que no va a dejar de mirarme. Meto la mano en el bolsillo y escarbo en las monedas. Le doy cuarenta céntimos. El tipo recoge el calendario de mi lado de la mesa y después el del lado de ella. Tiene un brazo corto, contraído, la mano en forma de cazo. Las vuelve a colocar en el taco que lleva en la mano de cazo como si fueran cromos que acabara de cambiar en el patio del cole