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Mostrando entradas de enero, 2014

La vida es un camino inevitable

Para AOZ Cuando llueve, el cielo parece un lugar horrible. Piensas en la gente que va en los aviones leyendo el periódico esperando llegar a algún lugar. Y en que tú estás ahí, detenido, medio jodido en la cocina, tomando café y fumando, con nadie con quien hablar, mirando la lluvia y pensando en ella. En que la vida la puso en tu camino y ella, te trajo un amor inevitable.  Hoy no hay memoria que no te someta a ella. No hay idea que no te empuje hacía ella. Tu vida dejó de ser un lugar apacible desde que te alejaste de su lado. Y vives como si alguien te hubiera metido en un psiquiátrico californiano y te estuvieras comportando como Randle McMurphy.  Hoy, la echas de menos hasta enfermar y sabes que casi no te queda tiempo para intentar volver por la carretera de la frustración y el olvido. Cuando su corazón te late, todo son recuerdos del fracaso y la desdicha. Madrid, 29 de enero de 2013 Antonio Misas

Cuando ya no te duela nadie…

No se llega a ver guapa en el espejo. Decir ego recuerda a Jesucristo. Ya brilla, suelta el secador y hace esa mueca que pronuncian los labios cuando se pinta un beso.  En la encimera, junto al lavabo, hay un paquete de tampax. La esponjita, el tono tierra que oculta las ojeras… suena el móvil. _ ¡A mí no me duele el ego! Me duele que este tipo no me quiera, me hace daño que no se ocupe ya de mí, de nosotros.  Tener que salir de esta costumbre, darme de bruces con otra realidad, y despertar en este momento, sucio. Tener vacío en las palmas de las manos… ser parte de sus cicatrices, haber parido. Al otro lado la voz no deja de hablar. De fondo, se oye el ruido del tráfico, algún claxon y cuando pitan los semáforos en verde. _ Voy a entrar en la tienda Nesspreso de Velázquez._ Ella piensa que ya no toma café, en George Clooney, en que ya no te duela nadie. _ Después paso a buscarte, ¡ponte guapa! No pienses en esas cosas.   Todavía queda vapor en el baño, la luz está

Lo que me queda de ti

Estaba haciendo sopa de sobre. Alberto veneno se había ido a boxear y Charly, a nadar, y yo removía la cuchara de madera y me ponía a volver a ver, oír, oler en las cosas que casi no me habían llegado a ocurrir. Manipulaba las fotografías de la mente queriendo dominar la oscuridad, y pronunciaba su nombre.  La vi en aquel bar y para no ir olvidando su rostro impulsaba ese tipo de memoria que dicen visual, probaba la sopa y fumaba, me quemaba la lengua y fumaba, y me refiero a que no podía hacer nada ¡se me iba largando su cara! sin remedio, ¡joder! Intentaba recordar su acento del sur, tan bonito.  Pensaba en lo bueno de ella, en lo malo de mí, en el cielo plomizo que iba haciendo la noche, en las gotas de lluvia que golpeaban la visera metálica del octavo y en el olor a gallina blanca. En el lugar más cálido y habitable de la casa pensaba en lo que me queda de ti, en la desmemoria de las cosas bonitas.   Madrid, 18 de enero de 2013 Antonio Misas

Pensar, en que la ilusión es un oasis…

Para Ricardo Madrid Al hombre le gustaba visualizarse rodeado de sus amigos cuando estaba con ellos, hacía un silencio, cerraba los ojos… y la satisfacción le ponía una sonrisa. En su relación de amor solo había huracanes, pensaba. Ella, la mujer, se dejaba llevar. Había una vida entera por la que pasar, y ella, se gustaba estando con él, pero aquel bienestar siempre duraba poco. En el tiempo había demasiada velocidad para poder pensar. Pensar la vida no es lo mismo que vivirla. Soñarla, tampoco. Anclarse en la necesidad del otro, era aplazar la tuya. La vida no puede ser a veces esto que nos ocurre. Él, pensaba en tiempos mejores, en cuando fueron tan felices, tal vez,  aquella felicidad de al principio de todo, donde todo empieza, donde te quieres parar para que el resto de la vida sea así. Siempre instalar las ideas en un siempre génesis, ¡era un error! Nunca volverá a ser lo mismo. Abría sus ojos negros, se atusaba el mentón y miraba a su alrededor, las fotografías l

Ayer que amé tus rodillas…

                          F otografía A.Misas 2009 La chica del vestido andaba por la calle vacía de gente, movía sus piernas casi como tú, tenía las rodillas como tú y yo, mastiqué ese pensamiento en ti y amé tus rodillas.  Nunca me faltó amar nada de ti, querer lo tuyo, cuando venías y pronunciabas mi nombre, todo se hacía verano. No sé muy bien cómo salir de esto, te convertiste en un gigante para mí, un gigante al que querer, alguien muy importante y yo, yo me sentí otro gigante. Y me dijiste; Supe tu vida. Por tu mirada. Y en tu mirada vi tu dolor y a ti. Y yo te dije; Hay una ternura en ti que yo necesito tener. Y entonces, tú me dijiste; Algún día volveré a ser yo. Sé lo que sentías, lo vi en tu cara. Y yo te dije; Tú siempre serás tú. Aquella chica que me llenó la calle y la tarde de ti, cuando desapareció, me dejó este vacío, en este dolor.  Madrid, 9 de enero de 2014 Antonio Misas

La voz

                  Para Eduardo Guijarro Aquel tipo tenía la voz bonita, me gustaba como hablaba y las cosas que decía. Al principio me dio esa impresión de sabelotodo porque nunca venía de vacío, pero me gustaba como trataba a los demás. Le conocí en un trabajo de segunda, fuimos compañeros durante un tiempo y luego le perdí la pista. Volví a oír su voz acogedora en un lunes de puerta fría, me miró con su mirada tierna en un polígono de mala muerte donde pululaban hasta los tumbleweed del desierto de Texas, y me abrazó como si me hubiera visto ayer y en estos años, el tiempo no hubiera pasado. Supo que la fortuna había dejado de mirarme a la cara y me protegió como si yo fuera un niño desamparado y él pudiera ver mi alma, como si supiera que todas las veces que me he sentido un fracasado, en ese mismo momento, me estuvieran cayendo encima. Por la noche, nada puede aplacar la violencia de todos mis conflictos, pero cierro los ojos en la oscuridad, y me agarro al sosiego q